Análisis | Opinión
La extrema derecha en Grecia después de Amanecer Dorado
"La función de los movimientos de extrema derecha no es (tanto) gobernar sino escorar las posiciones del resto de agentes políticos hacia el extremismo, para que sus ideas se asuman sin necesidad de que ellos estén en el gobierno", escribe el autor.
Durante la última década hemos afirmado muchas veces –un poco en broma y bastante en serio– que Grecia es un spoiler. La república helena, después de 2008, sirvió para advertir al resto de países cómo las élites utilizarían la crisis para aumentar sus privilegios y beneficios. Grecia también fue un spoiler respecto al ascenso de la extrema derecha, un fenómeno ligado a lo anterior: aunque los neofascistas se presentan a sí mismos como una fuerza anti-stablishment y los medios los retratan como genuinos antisistema, no hay nada más funcional para el sistema que los movimientos políticos que pretenden quitar más derechos a los más oprimidos.
Grecia fue también un spoiler para entender la manera en la que los medios tratan a los extremistas. Primero hablaban de Amanecer Dorado continuamente, con cierto morbo sensacionalista; después les empezaron a llevar a programas de entretenimiento mostrando la cara más humana de sus dirigentes; más tarde, normalizaron completamente su presencia mediática con el argumento de que ya eran tercera fuerza en el Parlamento. Esto no cambió hasta el asesinato de Pavlos Fyssas.
Amanecer Dorado era una organización nacional-socialista paramilitar. Su modelo organizativo y programático eran las SA hitlerianas. En ese sentido, se parecía mucho más al Frente Nacional inicial de Jean-Marie Le Pen que a una banda de pijos que han vivido toda la vida sin dar un palo al agua como es VOX. Lo cierto es que siempre tuvieron muy buena relación con la clase política a la que supuestamente venían a enmendar.
En abril de 2014, cuando su cúpula fue detenida y comenzó el proceso judicial en su contra después de varios asesinatos, el portavoz neonazi Ilias Kasidiaris grabó con cámara oculta una conversación con el secretario del gobierno Panagiotis Baltakos en el despacho oficial de este. Baltakos era la mano derecha del primer ministro Antonis Samarás. En la grabación de Kasidiaris, Baltakos afirma que los ministros de Justicia y del Interior habían presionado a los jueces para imputar a los líderes de Amanecer Dorado, ya que el Gobierno temía las consecuencias de la fuga de votantes hacia la formación neonazi. Baltakos fue obligado a dimitir y entonces reveló que Nueva Democracia y Amanecer Dorado tenían una alianza informal, que incluía acuerdos para las votaciones parlamentarias más relevantes.
Tras la desaparición de Amanecer Dorado, la vinculación entre la derecha extrema y la extrema derecha es aún más clara. Las islas del Egeo en donde se concentran los campos de refugiados más grandes de Europa están siendo el laboratorio de una nueva extrema derecha que ha difuminado los límites entre los partidos, los movimientos “vecinales”, las instituciones y las fuerzas policiales.
El antifascista Kapios Tadopoulos –identidad en redes de un activista que por motivos de seguridad prefiere mantener el anonimato– sostiene que en Lesbos ha surgido un nuevo movimiento extremista que funciona de manera orgánica: “Todo esto comenzó en 2015,con la gran afluencia de personas [refugiadas] a la isla. Fue entonces cuando apareció una retórica racista y agresiva en las redes sociales a la que no se le dio ninguna importancia. Especialmente en cuentas locales de Facebook, se dio una espacio a los xenófobos y racistas que constituyen una gran parte de la población de derechas de la isla. A ellos se unieron los miembros de Amanecer Dorado que, de alguna manera, se han quedado poco a poco huérfanos del liderazgo del partido. Ahora todos han formado un único grupo en la isla. Ya no se distingue quién lleva la esvástica y quién es de derechas. Son casi todos un solo cuerpo, se han unido. La tolerancia judicial comenzó con esas pequeñas ofensas relacionadas con la retórica racista. Hay una legislación en Grecia para esto [los delitos de odio], pero nadie la ha aplicado nunca. Los fiscales no se ocupan de nada de esto, y, por supuesto, tampoco lo hace la División de Crímenes Cibernéticos de la policía. Ha habido amenazas contra voluntarios de ONG que estaban en la parte norte de la isla [donde llegan las barcazas de refugiados], a los que se expulsó de la isla por la fuerza”.
De las amenazas por internet se pasó a los hechos. Incendios de instalaciones de organizaciones de ayuda a refugiados, palizas a periodistas, intimidación de refugiados a los que se ha prohibido caminar por el centro urbano de Moria y amenazas se han convertido en habituales en Lesbos, Quíos y Samos. En febrero, un centenar de fascistas estableció un check point en la carretera que une Mytilini, la capital de Lesbos, con Moria, el municipio donde está el mayor campos de refugiados. Durante cuatro días y cuatro noches, encapuchados armados con armas blancas controlaron todos los movimientos de vehículos, pidieron identificaciones, destrozaron decenas de coches de ONG, propinaron palizas a trabajadores humanitarios y periodistas y aterrorizaron a decenas de refugiados. Fuimos testigos de cómo la policía pasaba tranquilamente por el checkpoint. Dos agentes de policía me llegaron a decir que era mejor que no pasara por allí, pero que no era su función protegerme de un eventual ataque.
El encubrimiento por parte de la policía y la inacción de los fiscales también tiene que ver con quién es el diputado de Nueva Democracia de la isla. Se trata Charalampos Athanasiou, que antes era magistrado y ahora es el hombre fuerte del partido de gobierno en la isla. Tanto Tadopoulos como periodistas locales han publicado numerosas fotografías en las que se ve a Athanasiou con exmiembros de Amanecer Dorado y con los líderes de las protestas “vecinales” contra la presencia de refugiados en la isla.
Aquí es donde, tal vez, Grecia vuelve a ser un spoiler: La función de los movimientos de extrema derecha no es (tanto) gobernar sino escorar las posiciones del resto de agentes políticos hacia el extremismo, para que sus ideas se asuman sin necesidad de que ellos estén en el gobierno. Desde marzo de 2020, el gobierno griego ha suspendido la convención de Ginebra, ha suspendido el derecho de asilo, ha convertido los campos de refugiados en inmensas prisiones al aire libre, ha realizado maniobras militares en la ruta naval de los refugiados, ha disparado fuego real para intimidar a varias pateras, ha realizado deportaciones colectivas, ha retenido a refugiados y migrantes en prisiones secretas y tiene previsto prohibir las manifestaciones a partir del martes 7 de julio.
Mientras, la izquierda institucional no se atreve a cuestionar las ideas de fondo de la extrema derecha sobre inmigración. La izquierda institucional sigue pensando que la inmigración es un “problema”. Mientras lo siga haciendo, la extrema derecha ya está ganando.
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Buenísimo chicos , un poco de aire fresco para el mundo ???
Abrazo desde Argentina ??
Norberto